Reforma laboral ¿Para qué? (PARTE I)

Por Víctor Ortega

En lo que va este mes hemos escuchado en las noticias, sobre la propuesta de reforma laboral que envió el Presidente Felipe Calderón a la Cámara de Diputados. Desde el primero de septiembre se han escuchado las voces de políticos, empresarios, sindicatos, expertos y de uno que otro que aprovechando la situación trata de ganar simpatías criticando los supuestos intentos por quitarles los derechos a los trabajadores. Mas allá del discurso político y del populista, ¿Cuáles son las condiciones del mercado laboral en México?, ¿Qué tan necesaria es una reforma laboral?, ¿Qué puntos fundamentales debería contener una buena reforma? Y, si es tan necesaria ¿Por qué seguimos con una Ley Federal del Trabajo con mas 30 años sin modificaciones profundas?

Hay que empezar diciendo que uno de los grandes lastres para el crecimiento económico en México es la legislación laboral, pues inhibe la contratación formal, la modernización y la eficiencia, desde luego todo esto en detrimento de la productividad. Muestras de ello son, por ejemplo, el articulo 395 de la ya mencionada ley (vigente desde 1970) establece que si un empleado es expulsado del sindicato, dicho sindicato podía pedir su despido (este articulo se declaró inconstitucional, a penas en el 2001) o por ejemplo en el articulo 159 se dice que para ascender a un mejor puesto, en caso de “falta de capacitación” se le otorgará a la persona con mayor antigüedad o al que tenga a cargo una familia y en ultima instancia al mas apto (lo que solo puede significar que la eficiencia y la productividad es lo menos importante). Otro ejemplo grotesco es, en el artículo 154, donde se establece la preferencia que se le dará al sindicato ante la creación de nuevos puestos de trabajo o contratación según lo disponga el contrato colectivo.

Y precisamente este último es la cereza del pastel, pues le da mayor poder a los sindicatos y a sus líderes para amagar a la empresa, al empresario y desde luego le quitan la libertad al trabajador para negociar las condiciones de su empleo. No hay que olvidar que los sindicatos no rinden cuentas de sus ingresos, hay poca transparencia en sus gastos y en la elección de sus líderes. Y desafortunadamente, ejemplos sobran: Elba Esther Gordillo (SNTE), Carlos Romero Deschamps (PEMEX), Martin Esparza (SME). Como éstos, muchos otros líderes sindicales lucran con su cargo y lejos de ver por los trabajadores se hacen millonarios manipulando a sus agremiados,  extrayéndoles recursos en forma de cuotas sindicales a los empleados y rayando en el cinismo usan su puesto para pactar con políticos. Desde luego los primeros en oponerse a una mayor rendición de cuentas y transparencia son ellos, pues el negocio que representa ser dirigentes de un organismo como ese se terminaría.

La actual Ley Federal del Trabajo, representa para las empresas una gran carga que impide generar mas empleos, pues les resulta extremadamente caro, sobretodo para las pequeñas y medianas empresas cumplir con la legislación es prácticamente imposible pues si así lo hicieran simplemente no podrían seguir operando. Resulta mas barato mantenerse en el sector informal, evadir impuestos y no cumplir con la ley. Con esto, sobra decir que aquellos negocios que se encuentran en el sector informal no tienen acceso a créditos, a nuevas tecnologías y por lo tanto son menos productivos. Tener un “changarro” con 4 o 5 trabajadores genera menos beneficio al país que una empresa más grande y con acceso a créditos y tecnología. Este paso solo se dará con una legislación que tenga como prioridad incentivar la eficiencia y productividad.